“Nada” de Carmen Laforet
¿Quién puede entender los mil hilos que unen las almas de los hombres y el alcance de sus palabras?
Carmen Laforet
Carmen Laforet es quizá una de las escritoras más brillantes del siglo XX. Su novela no es solo un retrato de la posguerra en España, sino un viaje a los paisajes de Barcelona -incluyendo la calle Aribau- con sus encantos y sombras. La narración fue escrita en 1945 y se considera una obra moderna con aires feministas.
En mi opinión, lo más cruento del relato no es la orfandad de Andrea que la lleva al autoritarismo de la tía Angustias, a la complicidad de la abuela o a la intimidación de sus tíos: Juan y Román. En la novela se viven ambientes de pobreza y violencia, lo cual es una combinación letal para las mujeres, como lo vemos en el caso de Gloria, quien parece estar condenada a la miseria y bestialidad de su marido.
Toda creación literaria tiene un desenlace que conduce a la trama final de los hechos. En “nada” eso no es tan importante como la rica y densa descripción de la autora y las ideas escondidas de liberación de los personajes femeninos. Incluyendo a Andrea, Ena y hasta la propia Gloria se podría decir. Sin embargo, la escena que cierra me hace recordar al famoso “portazo de Nora” en el guion de Henrik Ibsen, donde las moralidades patriarcales se disuelven y se pone fin al padecimiento y la cosificación de las mujeres. Pero este acto de valentía no llega solo, somos las protagonistas de nuestra propia historia como dice la maravillosa Coral Herrera Gómez.
La opresión es parte del Zeitgeist de cada sociedad. Laforet nos cuenta con ingenio que las mujeres hemos sido objeto de dominación en casi todos los tiempos (aunque por allí se quiera disfrazar de demócratas a regímenes sanguinarios). Por ello, tenemos la tarea colectiva de revisar la historia. Leer e informarnos para evitar el ruido de pensamientos vacíos, porque como dijo Chimamanda Ngozi Avicié: “nuestra época nos obliga a tomar partido”.
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