Además de coincidir en la edad (19 años), José Salinas, Isabel Morán y Jair Silva poseen otras cosas más en común: obtuvieron 1.000 puntos en el examen Ser Bachiller (la máxima nota), viven en la misma ciudad, y desde el 13 de mayo estudiarán en la Universidad Estatal de Milagro (Unemi). Pero hay algo más: los tres son personas con discapacidad.
José es el segundo de cinco hermanos. Antes de los cinco años le diagnosticaron el síndrome de Asperger, un trastorno del espectro autista. Su conducta le impide entablar con facilidad una conversación con personas que recién conoce. Elvia Chamorro, su madre, recuerda que a medida que fue creciendo empezó a darse cuenta más del problema de su hijo, porque hasta los 4 años todavía no hablaba ni caminaba.
José logró superar muchas de sus limitaciones de niño. La lectura y la pintura son parte de sus aficiones y también es un amante de la buena caligrafía (es zurdo). Estudia inglés en un instituto particular, le gusta el fútbol, aunque no lo practica, y ya tiene novia.
En el 2016, José se graduó con altas calificaciones en la unidad educativa Milagro.
Su madre comenta que no fue fácil obtener los 1.000 puntos en el último examen de Ser Bachiller, pues su hijo ya había rendido la misma prueba en dos ocasiones: en la primera obtuvo 675 puntos y en la segunda solo 625.
Por eso, Elvia cree que la perseverancia es una de las cualidades de su hijo, quien ahora se enfrenta al reto de aprobar el curso de nivelación para seguir la carrera de Psicología, profesión con la que quiere ayudar a otras personas con discapacidades.
La historia de Jair Silva también es inspiradora. El joven entró caminando la mañana del viernes último a la Unemi agarrado del brazo de su madre, Jenny Neira.
Jair tiene discapacidad visual del 100 %. Es el menor de los tres hijos de Jenny. “Nació prematuro y el exceso de oxígeno que le suministraron en terapia intensiva le produjo el desprendimiento de sus retinas”, explicó la mamá.
El joven se graduó en la unidad educativa 17 de Septiembre con 9,25 de promedio. Su tenacidad la repitió al obtener 1.000 puntos en el examen Ser Bachiller.
En la escuela y en el colegio, el joven no vidente utilizó una grabadora de voz que ahora también llevará para las clases de la universidad, donde seguirá Psicología. En casa reproduce y escucha los audios, siendo esta una de las formas en las que estudia.
En su domicilio se moviliza solo, cuenta Jenny, por lo que Jair no necesita de ningún bastón ni objeto alguno para trasladarse. Solo requiere de ayuda cuando sale del hogar.
La madre dijo que los profesores del colegio le ayudaron a Jair a prepararse para el examen Ser Bachiller, y ella también aportó en el proceso.
“Trabajé con él en la computadora, le grababa y luego él escuchaba, y así se fue preparando con mucho esfuerzo”, explica la mamá, quien reveló que además del estudio su vástago tiene habilidad para cantar en inglés.
“Mi meta es convertirme en psicólogo y trabajar para las personas que tienen baja autoestima y ayudarlos a levantarse en sus capacidades. Considero que no hay impedimentos para estudiar ni quedarnos estancados”, sostuvo Jair.
Las palabras sobran para describir la alegría que Isabel Morán siente. La joven milagreña que habita en el recinto Panigón también obtuvo el máximo puntaje en la prueba de la Secretaría de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación (Senescyt) y eso le ayudó a cumplir uno de sus sueños: estudiar en la Universidad de Milagro.
Pero detrás de su sonrisa hay una historia de tragedia: a sus 8 años de edad sufrió una estrepitosa caída que terminó en la rotura de su columna. El accidente la dejó imposibilitada de caminar por dos años.
Con el paso del tiempo y meses de hospitalización logró ponerse de pie nuevamente, pero hoy su grado de discapacidad física es del 40 % y prefiere evitar hacer cualquier actividad física o deportiva que pudiera lastimarla nuevamente.
Su problema de salud sin embargo no impidió que en el colegio donde se graduó reciba la medalla como la mejor bachiller de su promoción, con 9,93 de puntaje. Su hazaña la repitió al rendir el examen Ser Bachiller. Ahora se perfila como una futura licenciada en Administración de Empresas.
“Mi sueño es ser una gran profesional y recompensar a mis padres en un futuro por todo lo que ellos me han brindado”, dice Isabel, quien mira con optimismo a la vida y asegura a la gente de su alrededor que sí es posible conquistar sus sueños cuando hay predisposición. Cree que la verdadera discapacidad está en la mente de las personas que piensan que es imposible superarse.