Luz Velásquez tiene 70 años, vive en la parroquia Malchingui, cantón Pedro Moncayo, a 40 minutos de la ciudad Quito. Cuando se enteró que sus dos nietas tenían que viajar a Milagro para dar sus exámenes en la Universidad Estatal de Milagro (UNEMI), no lo pensó dos veces: “Yo también me voy”, le dijo a su hija, Norma Velásquez (38).
La adulta mayor guardó algo de ropa en su pequeña mochila y, bien abrigada, salió hacia la capital para dar alcance a sus nietas, Allison Navarrete, que estudia la carrera de Educación Básica; y Britanny Navarrete, de Administración de Empresas, ambas de la modalidad en línea. Además, junto a ellas, también viajó el pequeño hijo de Allison, de tres años.
“Fueron casi ocho horas de viaje con mi hermana, mi mamá, mi abuelita y mi hijo… Es un esfuerzo muy grande, porque ellas dejaron de trabajar para acompañarme”, reflexiona la joven madre. Al mismo tiempo, reconoce el valor de este sacrificio: “Mi motor más grande es mi hijo, mi mamá, mi abuelita… porque son los que me apoyan, ellos me motivan a estar aquí y a ellos les dedico todo esto”, acotó.
Como ellas, son muchos los casos de esfuerzo y de responsabilidad académica que muestran los estudiantes que llegan a la Universidad en busca de la superación personal y profesional; y, al igual que le sucede a Allison, la compañía de sus hijos se convierte en una motivación.
Así también le ocurre a Lady Cobeña, quien viajó desde Santo Domingo junto a su pequeño retoño, que la acompañó en el aula durante sus exámenes del tercer semestre de la carrera de Educación Inicial en Línea. “Estudié mucho para poder dar los seis exámenes hoy, estoy con mi hijo y no puedo dejarlo con nadie más”, comentó la alumna, que para llegar a Milagro se unió a un grupo de más de 30 personas y fletaron un autobús que los trajo directo.
Lady confía en que todo el sacrificio tendrá su premio al final. “Es complicado por la movilización, los gastos, pero todo tiene su recompensa, que es el nuevo semestre y la titulación cuando termine la carrera”, sostiene.
En el caso de Roxana Saltos, de la carrera de Educación Básica en Línea, quien tiene un bebé de tres semanas de nacida, tuvo la posibilidad de venir a la universidad acompañada de su esposo, desde el recinto Fumisa, en el cantón Buena Fe, provincia de Los Ríos. Mientras ella rendía sus exámenes, él se quedaba al cuidado de la criatura dentro del perímetro de los aularios, para más comodidad.
Ambos salieron a las 02h00 del jueves, 18 de julio, para llegar a Milagro pasadas las 06h00. “Uno hace tanto esfuerzo es por algo… tiene que valer la pena. Mi motivación son mis hijas, todo lo que uno realiza es por ellas”, indicó Roxana, quien además tiene dos hijas más, de 14 y 17 años.
Desde la misma provincia llegó Daniela Santana, del cantón Vinces, quien viajó un poco más de dos horas para llegar a la UNEMI. Ella llegó con su hija, de dos años, y su mamá, que la acompaña en cada temporada de exámenes.
Daniela destaca la importancia de cumplir con su responsabilidad académica: “Siempre he dicho que todo esfuerzo tiene recompensa, las cosas cuestan y siempre al final de la historia viene lo bueno”, manifestó.
Al final, la futura profesional invitó a la comunidad estudiantil de UNEMI a hacer un pequeño esfuerzo para alcanzar sus sueños. “A veces se nos hace difícil venir, las horas de viaje, quedarnos acá, pero les recomiendo que vengan, disfruten la experiencia, la universidad nos abre sus puertas”, concluyó.
Reciben toda la asistencia del personal de UNEMI
Pamela Falconí es docente de la carrera de Trabajo Social en Línea y durante el proceso de evaluaciones se desempeña como docente aplicadora. “Los estudiantes ingresan, les explicamos el proceso, ellos pueden rendir en el mismo día todos los exámenes y tienen que ir conscientes del nivel de conocimiento, la preparación que han tenido”, señala.
Así mismo, hace hincapié en la validación de identidad que se cumple con cada alumno. “Le damos la clave y, una vez que abren la plataforma, validamos; tal cual sale su nombre en la plataforma, debe corresponder a su cédula para la validación; de ahí, si tienen un problema técnico, contamos con todo un equipo de personas que dan asistencia”, agregó la docente.
En el caso de estudiantes que llegan con sus hijos menores de edad, Pamela explica que les brindan todas las facilidades. “Se les permite el ingreso, les damos una banca adicional para que estén junto a su papá o mamá; también, a personas con discapacidad o personas con problemas de salud. Hemos asistido de forma prioritaria para que culminen su examen en el menor tiempo posible”, indicó. (CG)