Postuló igual que cualquier joven. Entró a la Universidad tras aprobar el Curso de Nivelación de UNEMI y ahora está culminando el primer nivel de la carrera de Administración de Empresas.
Cuando llega a sus clases, Joel Salazar Jiménez, de 19 años, suele ubicarse en las primeras bancas de su aula. Coloca cuidadosamente su mochila y sus dos muletas cerca de él.
Para el joven estudiante, viajar desde su casa hasta la Universidad le toma alrededor de 1 hora. Es una de las rutinas que debe cumplir de lunes a viernes.
Joel vive en el recinto Pampa del Guasmo, un sector apartado, perteneciente al cantón Yaguachi, en la provincia del Guayas.
Una moto siempre lo espera afuera de su casa, antes de las 07h00, para llevarlo hasta la carretera, en donde toma un bus intercantonal que lo deja en la Terminal Terrestre de Milagro.
Allí aborda otro bus para finalmente llegar a la UNEMI, donde se encuentra con sus maestros y sus compañeros de clase.
El joven universitario es un claro ejemplo de superación y valentía: a los nueve años tuvo que enfrentar y aceptar la dura realidad de perder su pierna derecha, durante un accidente en el interior de la escuela.
“Todo pasó en el recreo, fui a la cancha de césped y mis amigos estaban jugando en un asiento que tenía un techo de cemento, como una losa”, recuerda Joel.
Sus compañeros jugaban colgados de la cubierta, lo que provocó que la placa de concreto se desplome. Joel estaba cerca cuando ocurrió la tragedia. Su pierna quedó atrapada bajo la pesada estructura.
Luego de pasar de una sala de emergencia a otra, fue recibido en una clínica de Guayaquil, en donde finalmente tuvieron que amputar su extremidad, debido a las graves lesiones.
Sus sueños siguen intactos en la universidad
A Joel no le faltaron las muestras de apoyo y el cariño de su familia. “Acepté la realidad y ahora le agradezco a mis padres, no tengo la pierna y está bien, lo que tengo que hacer es seguir adelante; si me quedo estancado, no voy a lograr lo que quiero”, dijo el joven.
Parte de ese valor y motivación nace de sus padres, Justo y Emma. Ambos coinciden en que la clave para ayudar a Joel a aceptar su nueva vida es la unión de su familia.
Tan arraigados tiene los valores que le fomentaron en su hogar, que para el joven no existen obstáculos que valgan.
Quienes lo conocen describen a Joel como una persona amigable y con carisma. “Desde el día en que lo conocí, supe que era alguien con quien se podía interactuar. Tenemos un grupo muy unido, cuando salimos de clase nos vamos a comer o a dar vueltas, nos hacemos muchas bromas”, comentó Fernando Gamboa, uno de sus compañeros de clase.
Una perspectiva similar tiene Widinson Lema, otro de sus amigos del aula. “Lo que más destaco de él es su amistad, es buen compañero y muy unido a nosotros”, aseveró.
Desde su etapa escolar demostró dedicación por los estudios, y lo mismo sucede en la UNEMI. “Lo que más quiero es ver a mi hijo superando todos los obstáculos como hasta ahora”, menciona Emma. “Lo veo con un título universitario, siendo una persona de bien, que nunca tenga rencor ni odio en su corazón”, agrega.
Y va en buen camino, aprovecha cada oportunidad que la vida le da, en su casa, con sus amigos en los pasillos de la universidad o en las aulas. Sabe lo que quiere y hacia dónde va. Trabaja duro por sus sueños y su objetivo más cercano es alcanzar el título en Administración de Empresas.
Este 22 de julio, Joel estuvo nuevamente en UNEMI, donde llegó para rendir sus exámenes finales. Se preparó para aprobar todas las materias y avanzar al segundo nivel de su carrera.
Joel ha conseguido convertir aquella mala experiencia de niño en capacidad de superación y en ganas de aprender. Su optimismo le ha ayudado a desprenderse del pasado y a concentrarse en superar cualquier obstáculo.
Él anima a sus compañeros de clase y a todos los jóvenes, a no dejarse vencer por las adversidades y barreras. La mayoría, asegura, están en la mente. (CG)